martes, 4 de septiembre de 2012

La maravillosa, fantastica e inagualable cheesecake (torta de queso en criollo pues)

La torta de queso para mi representa más que una receta, representa la búsqueda de hacer algo cada vez mejor.  Desde que era una niña, herede la receta del cheesecake que mi mama y mis tías preparaban en su etapa de reposteras (hubo muchas, pero muchas etapas de este clan mientras crecía, la de reposteras, chefs, diseñadoras, costureras, empresarias...), asi que cuando ya tuve edad suficiente para usar la batidora y prender el horno me avoque a la dulce tarea de hacer la torta de queso que preparaba según la receta que teníamos en la casa, con todo y su mermelada de Guayaba.  Con gran orgullo me dedique a  que cuanto ser humano me conociera probara mi torta y creía con la ignorancia y la soberbia propia de los 17 años que yo hacia sino la mejor, por lo menos una de las 10 mejores tortas de queso de todo el mundo.  
Hasta que un día lo impensable ocurrió.  En un viaje a New York y siguiendo la recomendación de unos amigos de la familia nos dirigimos a comer (no sabíamos que en realidad íbamos a devorar) a un famoso deli de Manhattan llamado Carnegies.  Este tipo de restaurantes que para mi la verdad no son mas que comederos, son muy famosos por esos lares y básicamente son lugares donde se comen sándwiches, con la particularidad de que entre dos lonjas de pan hay desde kilo hasta kilo y medio  de carnes curadas como rofbif, pastrami o pavo. 
Después de tratar de reconocer a todos los famosos que han dejado como prueba de su visita al sitio una foto (hasta al Puma me pareció ver) y de estar tan llenos de comida que no podíamos pensar en comer por lo menos en dos días, la muy simpática camarera (me parece que la misma que muchos años después durante un viaje con esposo le dijo que si él lograba comerse el sándwich que pedía y que ella se negaba a  ordenarle, se lo regalaría) se acerco a nosotros diciendo: "Aren't you trying our famous cheesecake?".
En esa época de mis soberbios 17 años, donde no solo juraba que hacia la mejor torta de queso del mundo sino también me consideraba bilingue, por supuesto que le respondí con el correspondiente What?,(herramienta sumamente usada por mi en esos días hasta que no lograba entender lo que me decían, lo cual seamos francos podía llevarse su tiempo).  Varios intentos fueron necesario junto con una muy apropiada señalada al lugar donde reposaban los dulces para que logrará entender su sugerencia y por supuesto que al ver algo así tuvimos que pedirla aunque fuera para llevar.  De hecho era tal su hipnotizante impacto sobre nosotros que pedimos las dos disponibles por aquellos días la de fresas frescas y la de chocolate y "rugelach" http://en.wikipedia.org/wiki/Rugelach .
Por supuesto que aun personas golosas como nosotros estábamos humanamente incapacitados para degustar las fabulosas tortas, así que esperamos al desayuno (el juramento de no comer en dos días es imposible de cumplir en NY)
Al probarla los sabores eran indescriptibles, de la misma manera que la decepción. Que delicia de sabor y que ducha de agua fría para mi humilde tortica de queso, la cual  en ese momento era imposible que fuese  llamada chesecake sin sentirse humillada por la regodeante alta e impresionante chesecake de fresas frescas que venia de carnegies.

Continuará..........................





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